El 12 y 13 de diciembre, se celebra en Rabat las Jornadas Euromediterráneas en las que participan las profesores Dña. Rut Bermejo y Dña. Isabel Bazaga participarán en talleres sobre la prevención del extremismo y la radicalización violenta de forma eficaz. En estas se persigue la reflexión y la mejora de las prácticas sobre este fenómeno con la colaboración de numerosos expertos en la temática.

Contexto en el que surgen

Las mujeres y los jóvenes se ven afectados de manera particular y diferente por el extremismo violento y el terrorismo. A menudo son víctimas directas o indirectas de estas situaciones de conflicto y violencia. Sin embargo, las mujeres y los jóvenes tienen un importante papel que desempeñar en la prevención y el desarrollo de la resiliencia ante estos fenómenos a fin de garantizar las condiciones para una estabilidad duradera y la paz social. El Plan de Acción del Secretario General de las Naciones Unidas para la Prevención del Extremismo Violento hace hincapié en las prioridades de la educación, el acceso al empleo, Internet y los medios sociales, pero también hace hincapié en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes. Todos estos sectores constituyen un desafío directo a la acción de la UNESCO, que ha hecho del empoderamiento de las mujeres y los jóvenes uno de los pilares de su estrategia para prevenir el extremismo violento. Estas realidades están presentes en la zona euromediterránea, aunque se diferencian en función de los contextos locales. Las sociedades de ambas orillas del Mediterráneo experimentan de manera similar, menos en sustancia que en forma, estas cuestiones, ya se trate del papel y la acción de las mujeres, a veces con poco o ningún valor o apoyo adecuado, o de los retos y la participación de los jóvenes en la prevención del extremismo violento.

Cuestiones para abordar

 Las mujeres y los jóvenes son a veces agentes que participan en los propios movimientos extremistas, en los que desempeñan múltiples funciones que van desde el apoyo familiar hasta las actividades de los combatientes. En particular, los jóvenes de ambos sexos son objeto de todas las formas de extremismo y de incitación al odio. Ya en 2004, Sageman indicó que cada ola de radicalización involucra a individuos cada vez más jóvenes, un hallazgo confirmado por las Naciones Unidas en el caso de los combatientes extranjeros (Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, 2015). La búsqueda de identidad y reconocimiento, particularmente entre los jóvenes nacidos en Occidente, parece ser una de las principales explicaciones de la participación de los jóvenes en este proceso (Precht, 2007). Hogg, por ejemplo, ha demostrado que los jóvenes que se sienten inseguros acerca de su identidad tienen más probabilidades de identificarse con un grupo racial que establece límites y estructuras lo suficientemente rígidas para protegerlos de este sentimiento (Hogg, Kruglanski y Bos, 2013; Hogg, Mee y Han y Farquharson, 2010). Las “causas justas” parecen ser la respuesta a la búsqueda de sentido, identidad y reconocimiento, asegurando ciertas certezas normativas a lo largo de la vida. Por lo tanto, unirse a un grupo terrorista estabiliza la identidad de las personas con baja autoestima y de otras personas marginadas que buscan un sentido de pertenencia para proteger su identidad (Vic-Toroff, 2005). En este contexto, centrarse primero en los jóvenes debería ser una prioridad en este tipo de proyectos. En segundo lugar, estos proyectos deben tener como objetivo facilitar el desarrollo de una identidad positiva y proporcionar fuentes de reconocimiento. El cambio de paradigma descrito anteriormente cumple estos dos objetivos.

Estas realidades están presentes en la zona euromediterránea, aunque se diferencian en función de los contextos locales. Las sociedades de ambas orillas del Mediterráneo experimentan de manera similar, menos en sustancia que en forma, estas cuestiones, ya se trate del papel y la acción de las mujeres, a veces con poco o ningún valor o apoyo adecuado, o de los retos y la participación de los jóvenes en la prevención del extremismo violento. En los últimos años se han puesto en marcha muchas iniciativas gubernamentales y de la sociedad civil en estos países. Las medidas en forma de asesoramiento, formación, sensibilización y campañas de información e intervenciones psicosociales son adoptadas por las autoridades públicas y los círculos de práctica, a veces con el apoyo de centros de investigación.

Las opciones de intervención oscilan, pues, entre la prevención y la integración, se recomienda, por supuesto, que en lugar de ocuparse de los jóvenes cuando surgen dificultades, es mejor prevenirlos. Entonces, ¿es posible prevenir de dos maneras, cambiar las condiciones de vida socio-económicas en las que viven estos jóvenes o influir directamente en el comportamiento de los propios jóvenes?

 Los problemas de socialización, que los jóvenes de ambas orillas del Mediterráneo experimentan de manera similar, menos sustantiva que formal, los conducen a una compleja esfera de violencia. Por lo tanto, es importante integrarlos en la estrategia de intervención. Se trata de asegurar que los jóvenes se conviertan en actores de su propio destino y en arquitectos de su propio destino. A ellos les corresponderá no sólo aportar soluciones, sino también encargarse de las operaciones de prevención y lucha contra las desviaciones. Nuestro papel como actores será el de acompañarles para ver con ellos:

1) ¿Cómo pasar de la sensibilización a la movilización?

2) ¿Cómo podemos dar sentido a lo que está sucediendo en sus vidas personales y en el mundo?

3) ¿Cómo podemos apoyarlos para que se conviertan en actores y en una fuerza de propuesta?

4) ¿Cómo pueden promoverse las buenas prácticas en la prevención y el compromiso pacífico de las mujeres y los jóvenes?

Enfoque propuesto

Este seminario es un encuentro para enriquecer la reflexión y mejorar las prácticas sobre el papel de las mujeres y los jóvenes en la prevención del extremismo violento. Más concretamente, tiene 4 objetivos principales:

  1. Intercambiar y compartir investigaciones, prácticas e iniciativas concretas centradas en el papel de las mujeres y los jóvenes en la PEV entre los diferentes actores (gobiernos, partes interesadas, educadores, investigadores, jóvenes, sector privado y socios económicos) de la cuenca mediterránea.
  2.  Identificar, a partir de experiencias diferenciadas, lineamientos para enfoques y mejores prácticas enfocadas a la acción de las mujeres y los jóvenes.
  3.  Experimentar con la apertura de un diálogo y acciones concretas, a través de la realización de talleres de co-construcción sobre temas específicos, y así promover las condiciones para el diálogo y la colaboración entre las mujeres, los jóvenes y el mundo de la práctica sobre estos temas.
  4.  Reforzar el desarrollo de una red euromediterránea : Esta nueva forma de hacer las cosas consistirá en promover y fomentar sus capacidades de innovación, que las condiciones de la vida moderna, con la tecnología y la globalización, les permiten y que sin duda están sometidas a un nuevo orden de valores. Por consiguiente, nos corresponde a nosotros, los centros de investigación, las agencias de desarrollo, las ONG, el sector privado o las estructuras de gobierno, pasar de “hacer” a “hacer que suceda”, es decir, nuestro papel consistirá en – apoyar y facilitar la participación de los jóvenes:
  • Su inversión en prevención social,
  • Su apropiación de proyectos para ellos y por ellos,
  • Su organización y el desarrollo de sus herramientas y medios de intervención.